IV Edición: Recursos energéticos & mineros

Desde la diáspora: Conferencia sobre historia para corregir un olvido crucial

El Instituto de Estudios Dominicanos de la City University of New York (la universidad conocida como CUNY por sus siglas en inglés), la única entidad universitaria en Estados Unidos dedicada a la investigación de la población dominicana, su sociedad, historia y cultura), dirigido por la socióloga Ramona Hernández, estará patrocinando los días 2 y 3 de diciembre una conferencia académica internacional bilingüe por Zoom bajo el título La Lucha por la Libertad en La Española. Conmemorando el Quinto Centenario de la Primera Insurrección de Personas Negras de Origen Africano Esclavizadas en América. (Los interesados se pueden inscribir en la conferencia en una dirección digital de inscripción. )   La conferencia estará dedicada a la memoria del etnohistoriador dominicano y especialista en la historia y cultura afrodominicanas Carlos Esteban Deive.

En la Navidad de este año 2021 se conmemora el quinto centenario de un hecho singular ocurrido en la antigua sociedad colonial de La Española o Santo Domingo: la primera revuelta de negros esclavizados en las Américas de la que se tiene noticia, la rebelión de los esclavos de la plantación o ingenio azucarero del virrey y gobernador Diego Colón llamado Montealegre, y posiblemente localizado en la cuenca del río Higüero,  al oeste de la Ciudad de Santo Domingo, acaecida posiblemente el día 26 de diciembre mientras los colonizadores-esclavistas españoles de la isla celebraban la Natividad cristiana.

Se trata de un encuentro académico entre investigadores de la trascendental temática de la negritud o legado negro-africano en el ámbito del imperio español, y más concretamente de la resistencia a la opresión contra la población negra que durante los siglos coloniales estuvo condenada al trabajo forzado, generalmente de por vida, y de la que descienden una gran parte de las personas que hoy en la Comunidad Iberoamericana, incluyendo sociedades como República Dominicana,  se identifican o son identificadas como sus herederas y herederos raciales o culturales.  En el mismo participarán estudiosos y académicos, tanto establecidos y conocidos como noveles, de la numerosa diáspora dominicana en Estados Unidos, así como investigadores y profesores de República Dominicana, España, el resto de Estados Unidos y Puerto Rico.

El cónclave de estudiosos de la historia y cultura de la población negro-africana latinoamericana consistirá en una serie de paneles y conversatorios en los que se examinarán diversos temas de la vida de ese sector poblacional en distintos espacios y momentos históricos, desde que la población negra comenzó a llegar a las Américas en 1492 dejando un rastro documental que los menciona pero que, hasta hace muy poco, permanecía olvidado y sepultado en los archivos de España, Portugal y las naciones iberoamericanas donde se ha preservado hasta ahora.  Se espera que en esas presentaciones y conversaciones los estudiosos participantes compartan tanto sus experiencias y hallazgos investigativos recientes sobre los diversos temas de la “experiencia negra” que estudian, así como sus opiniones sobre las iniciativas futuras teóricas y de política cultural que hacen falta para visibilizar el legado afro-latinoamericano en la medida que merece en las sociedades de Latinoamérica. La conferencia es de acceso libre mediante inscripción disponible gratuitamente en línea y las presentaciones hechas en la misma se harán libremente disponibles de manera permanente poco después por Internet.

A las autoridades españolas del momento les tomó aproximadamente una semana la represión y sofocación militares del levantamiento, con el que, según esas mismas autoridades, los negros sublevados pretendían “ponerse en libertad y alzar con la tierra”.  Una vez disuelta finalmente la rebelión en algún lugar de la cuenca del río Ocoa y en respuesta a la insurrección, el 6 de enero de 1522 las autoridades coloniales de Santo Domingo, encabezadas por el mismo Diego Colón, emitieron las primeras “ordenanzas de los negros” que se han conservado en el ámbito latinoamericano y continental, lo que vendría a ser el primer “código negro” de los varios que se impusieron en las diversas colonias europeas en las Américas en tiempos modernos.

Sin embargo esa represión atroz contra la mayoría de la población negra no logró impedir las resistencias y otros estallidos de rebelión anti-esclavista negros durante todo el siglo XVI en la colonia, donde el cimarronaje militante y los “alzamientos” o huidas hacia las zonas despobladas y de difícil acceso (y que tal vez hoy podríamos calificar de “emigraciones libertarias”) se convirtieron en habituales, marcando la historia y la composición social del pueblo dominicano posiblemente para siempre.

La República Dominicana ya había sido definida por el conocido investigador de la diáspora dominicana Silvio Torres-Saillant como “cuna de la negritud de las Américas”  en 1998 con una presencia mayoritaria históricamente tempranísima de población negro-africana desde la década de 1520 y que, con las mezclas raciales conocidas con la población indígena y la población colonizadora español, se ha mantenido como amplio componente racial y cultural del pueblo dominicano a través de su historia, hasta hoy mismo.

Pero a esa “primicia histórica” (normalmente silenciada por la cultura oficialmente dominante en República Dominicana durante siglos –hasta hoy mismo-- al citar el carácter inicial de diversos aspectos de la experiencia colonial dominicana en todo el Continente), la rebelión de 1521 y las leyes u ordenanzas de 1522 le añaden en el caso dominicano otras dos: la de ser el lugar donde comenzó la resistencia armada contra la ignominia humana de la esclavización de negros, y la de ser el lugar donde también comenzó el esfuerzo de producción de textos legales con los cuales justificar la esclavización de negros y definir los métodos de represión y castigo, incluyendo la pena de muerte, contra quienes intentaran resistirla.

Curiosamente, la misma joven sociedad colonial de La Española en la que una década antes unos solitarios frailes encabezados por Antón de Montesinos proclamaron la dignidad y el derecho inherente de la población indígena a la libertad, no fue capaz de oponerse a la esclavización masiva de población negro-africana como fuerza de trabajo forzada para sostener su economía, amparándose en la tradición metropolitana de esclavismo negro ya existente en Europa y en la noción de que los africanos esclavizados ofrecidos a la venta en los mercados de África, así como los descendientes que pudieran producir, sí eran seres humanos sujetables o sometibles a la esclavitud como recurso fundamental para sostener la producción de riqueza que esos mismos europeos estaban protagonizando con su creciente despliegue de capitalismo comercial.

Con esta conferencia, los dominicanos de la diáspora nucleados alrededor del Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY, una entidad creada por la universidad pública de Nueva York en 1992 como respuesta y concesión a las demandas insistentes y militantes de la comunidad dominicana de la ciudad por un espacio universitario desde el cual producir y difundir información rigurosa sobre la dominicanidad, continúan haciendo aportes para desempolvar partes del legado histórico-cultural colectivo de los dominicanos que las élites dominicanas han preferido hasta hoy mismo mantener o en silenciamiento total o bajo un considerable manto de desatención y marginación, frecuentemente acompañado de expresiones de menosprecio emitidas desde una preferencia por el apoyo y la promoción casi exclusivos del legado reconocido a los antepasados ibero-hispánico-europeos pero no a los antepasados negro-africanos, y que en el caso del tercer grupo fundacional de la etnicidad dominicana, los nativos indígenas, suele ser reconocido de manera puramente ocasional y meramente simbólica, y sin ninguna acción estatal o institucional sistemática en apoyo a su preservación.

La conferencia La Lucha por la Libertad en La Españolade los días 2 y 3 de diciembre viene precedida de años de producción por el CUNY DSI de monografías historiográficas como Introduction to Dominican Blackness, por Torres-Saillant, Juan Rodriguez y los Comienzos de la Ciudad de Nueva York y The Santo Domingo Slave Revolt of 1521, ambas por Anthony Stevens-Acevedo, exposiciones, portales digitales como Los Primeros Negros en las Américas y la Spanish Paleography Digital Teaching and Learning Tool (Herramienta Digital Para Aprendizaje y Enseñanza de Paleografía Hispánica ), así como reuniones académicas de diverso formato, todos generados, sustentados y lanzados desde el seno de la comunidad dominicana emigrada y en los que se ha dado y da visibilidad al legado negro-africano de los dominicanos de una manera analítica y razonada, e intentando difundir fuentes informativas importantes, con frecuencia alejadas del gran público (tanto dominicano como no-dominicano), en unos esfuerzos que algunos ven como iniciativas de democratización cultural y educativa tendente a superar la marginación y la segregación social que todavía ocurren en la sociedad dominicana y del mundo con excesiva frecuencia en los ámbitos educativos y culturales.

En República Dominicana el llamado de atención al acontecer de este quinto centenario de la primera acción colectiva que se conoce de desafío frontal y directo en 1521 contra un esclavismo-racismo anti-negro que se practicó al menos durante los próximos tres siglos subsiguientes, tanto en la sociedad dominicana como en las otras de Latinoamérica (y Estados Unidos), con algunas excepciones, ha recibido una respuesta local entre modesta y nula para un acontecimiento de su magnitud, que simboliza un cuestionamiento radical a un hecho que, como la esclavitud, tocó de manera drástica la vida de miles y miles de antepasados de los dominicanos y los latinoamericanos.

Tanto desde el estado (y sus ministerios) hoy bajo el control de los paisanos del PRM, y las universidades y las academias y la mayoría de las mayores fundaciones, la repuesta ha sido nimia, cuando no sospechosa o descorazonadamente tardía, y reducida, lamentablemente, a participaciones individuales y muy poco representativas de las instituciones, todo un indicio del estatus del legado histórico-cultural afro-dominicano hoy en día, todavía secuestrado por unos silenciamientos e insensibilidades heredados del control sempiterno por las élites más rancias de la sociedad dominicana que, entre otras cosas, todavía suelen identificar automáticamente cualquier visibilización y atención a la afro-dominicanidad, o si se quiere, al legado colectivo cultural y racial afro-criollo, como una supuesta injerencia de la vecina República de Haití, reiterando hasta el infinito el negacionismo respecto a una amplísima presencia de la población y cultura negro-africanas en el centro de la dominicanidad desde sus mismísimos comienzos coloniales.

Ese silencio  y esa desatención al tema del quinto centenario de la primera revuelta libertaria negra de las Américas, afortunadamente para la supervivencia moral colectiva nuestra, cuenta al menos con dos excepciones institucionales rarísimas en la famosa estatua de Lemba frente al edificio del Museo del Hombre Dominicano y sobre todo en la mención de la rebelión hecha en la colección de imágenes digitales del Ministerio de Cultura titulada “Primicias de América en República Dominicana” y publicada en 2014 con el número 28 en esa serie y así como con las mucho más honrosas excepciones de los dominicanos y dominicanas que llevan décadas, con un tesón absolutamente envidiable y con unas limitaciones de recursos que pasman, practicando a conciencia, defendiendo y promoviendo el respeto y la inclusión de los legados silenciados, marginados y ninguneados por los dominicanos que han ocupado y ocupan el poder político, económico y cultural dominicanos.

Todavía en medio de la pandemia del Covid, y mientras el Faro A Colón se yergue recordándonos con su mole avasallante los millones y millones gastados por la autocracia de la derecha dominicana en imponernos el recuerdo faraónico del navegante-comerciante-empresario-visionario y explotador de pueblos, se han podido hacer el pasado año y este algunos paneles de discusión y difusión sobre el tema por Zoom, y se va a publicar dentro de poco una monografía sobre “la rebelión del 21”, auspiciada por la Editorial Universitaria Bonó, la Fundación Juan Bosch y el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY, y hasta se comenzó un sondeo arqueológico en busca de la posible localización del primer ingenio Montealegre donde comenzó la insurrección, y que logró obtener por lo menos el permiso correspondiente del Ministerio de Cultura y concitar el respaldo del y apoyo del Ayuntamiento de Santo Domingo Norte, uno de los municipios dominicanos donde está más clara y viva por todas sus partes la herencia poblacional y cultural de los antiguos negros y negras que habitaron La Española y con cuyo sudor forzado se sostuvo todo lo que se muestra con orgullo a los turistas que visitan hoy la “Zona Colonial”.

Todo eso a la vez que casi todos los otros sectores y grupos establecidos, especialmente los que cuentan con más recursos, todavía miran hacia otro lado, tal vez esperando a que la insistencia de los que añoran una gestión pública y una “responsabilidad social empresarial” más culturalmente incluyentes y democráticas se haga más fuerte o más audible y no puedan pretender más que ni la oyen, ni la entienden ni la respetan.

Mientras tanto, los dominicanos de la numerosa diáspora dominico-estadounidense, la residente en el Área Metropolitana de Nueva York, dejarán constancia del quinto centenario de la primera insurrección libertaria negra de las Américas mediante la conferencia de los días 2 y 3 de diciembre,  para quienes quieran apreciar hoy por hoy su significado histórico y su conmemoración y para quienes, tal vez en un futuro dominicano no muy lejano realmente más moderno, más incluyente, más integrador, y más respetuoso de diversidades y superador de prejuicios, la quieran valorar e incorporar a la memoria colectiva que aliente nuestras luchas por bienestar para todos y por memoria histórica para todos.