IV Edición: Recursos energéticos & mineros

El mercado de bienes raíces en Atlanta está viviendo uno de sus mejores momentos

Una mujer imponente. No solamente por su metro setenta de altura, sino porque con su hablar pausado, delicada sonrisa y amabilidad a flor de piel hace imposible que su presencia pase desapercibida. 

Venezolana de nacimiento, mujer de mundo. Dejó Caracas para acompañar a su esposo Peter a Buenos Aires, luego vinieron Minnesota, Ciudad de México y finalmente Atlanta en 2004, donde decidieron que ya era momento de echar raíces para criar a su familia. Ahora viajan con frecuencia a Europa, particularmente a Holanda. Pero de paseo, para visitar a la familia de Peter. 

Profesionalmente, la vida de Ivonne van der Lende dio un giro hace 12 años, cuando decidió reinventarse y trasladar la experiencia de mercadeo y planificación estratégica que adquirió en Toyota Motors de Venezuela  al mercado de bienes raíces de Atlanta. Y ha estado en ambas esquinas: como inversionista, comprando propiedades y remodelándolas para luego venderlas y como agente inmobiliaria, orientando a sus clientes para realizar la mejor inversión. 

Hace 4 años se unió al equipo de Keller Williams, una de las franquicias de bienes raíces más consolidadas en el mundo y con más de mil oficinas en todo el globo. Sin titubear dice que ha sido la mejor decisión que ha tomado en su carrera inmobiliaria, pues cuenta con el respaldo de una compañía sólida que es reconocida mundialmente por proporcionarle a sus agentes constante formación, para que puedan estar al día en un mercado tan cambiante como el de bienes raíces. 

En 2020 obtuvo el premio Top 20 Producers de Keller Williams, por ser uno de los once agentes más productivos de un equipo que integran 180 agentes. Sin embargo, para ella el mejor reconocimiento son las palabras de agradecimiento que le expresan sus clientes -muchos extranjeros- al momento de firmar la compra de su inmueble. Ella se ha convertido en una aliada incondicional que les ayuda a entender y transitar el complejo proceso de comprar una vivienda en Estados Unidos, una experiencia que puede llegar a ser abrumadora. Para Ivonne Van der Lende, ser agente inmobiliaria no es un oficio, es una vocación de servicio. 

 

Ha pasado más de un año desde que surgió la pandemia y, al menos en apariencia, las perspectivas en el sector han cambiado drásticamente. ¿Es así o es una mera impresión? 

Durante los dos últimos años todos los sectores han sido impactados por la pandemia: en mayor o menor grado, de manera positiva o negativa. El ramo inmobiliario, donde yo me desempeño desde hace más de una década, inesperadamente ha resultado ser uno de los más favorecidos. Y no es mera impresión, hay números que lo sustentan: el reporte del mes de junio publicado por First Multiple Listing Service (FMLS) -una base de datos que le permite a los agentes inmobiliarios de Georgia identificar las propiedades que están disponibles en el mercado- refleja que en el área metropolitana de Atlanta hubo un incremento en ventas de hasta 22% si lo comparas con el mismo período del año anterior. Y esto es una tendencia que se repite en casi todos los mercados de Estados Unidos. En mi opinión, el factor determinante que impulsó y aún mantiene el crecimiento del mercado son las tasas de interés hipotecario, que están en uno de sus niveles más bajos. Quienes han podido invertir están respaldados por un crédito inmobiliario muy barato. 

 

En tu caso particular, ¿cuál fue el impacto que ocasionó el Covid-19? ¿Sientes que esa incertidumbre quedó atrás?

Mantener una actitud positiva al comienzo de la pandemia fue cuesta arriba, en lo emocional y en lo profesional; los primeros meses estuvieron marcados por una fuerte caída en las ventas. Afortunadamente el panorama comenzó a cambiar a partir del tercer trimestre del 2020 y desde entonces el crecimiento ha sido constante. Particularmente para mí, los últimos 6 meses han sido muy productivos. Como decimos en Venezuela no me doy abasto y eso me llevó a replantearme mi estrategia de trabajo.  Busqué apoyo para asuntos administrativos para poder enfocarme en una atención aún más personalizada a mi clientela: conocer y entender sus necesidades, cuál es su casa ideal, guiarlos en temas como, por ejemplo, la mejor zona escolar para ver crecer a sus hijos. Por supuesto, no todo es color rosa: la pandemia ha modificado la manera como trabajamos los agentes inmobiliarios. Hoy en día nos enfrentamos a un ambiente mucho más estresante, especialmente desde la perspectiva del comprador. Tienes que ser mucho más agresivo, actuar con mayor rapidez y pulir tus habilidades de negociación porque el mercado está en ebullición y si te duermes, tu cliente pierde la casa de sus sueños.

Además, en Atlanta está ocurriendo algo muy curioso: a raíz de la pandemia y todos los cambios en el estilo de vida y trabajo que ocasionó, la ciudad se ha vuelto cada vez más apetecible y el movimiento migratorio hacia acá es increíble. Atlanta se convirtió en un hot spot y creo que es una tendencia que perdurará un buen tiempo. Algunas estadísticas indican la llegada diaria de 500 personas -muchas de ellas procedentes de ciudades soñadas como San Francisco, Nueva Jersey, Nueva York y Filadelfia - y esos números pueden quedarse cortos. Aquí el costo de vida es sensiblemente menor, el poder adquisitivo es mayor y los precios son muy competitivos. Las oportunidades de trabajo están abriéndose porque muchas empresas nacionales e internacionales se están estableciendo aquí. Esto sin considerar factores como la alta calidad de las escuelas, un clima menos extremo que en otras regiones del país y el beneficio de contar con el aeropuerto más transitado del mundo. Los atractivos de Atlanta están inclinando la balanza en el mercado inmobiliario. 

 

¿Qué pasará cuando los incentivos gubernamentales para el sector desaparezcan? Muchos opinan que el panorama es sombrío.  

Es muy difícil hablar de los beneficios que la pandemia le ha reportado a la industria inmobiliaria, cuando existen tantas familias afectadas que pueden incluso perder sus casas. Es una realidad muy dura y preocupante. No en vano los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los CDC, emitieron en octubre de 2020 el Plan de Emergencia Moratorio por Covid-19 que prohíbe el desalojo de viviendas. Una ayuda que vencía inicialmente el 30 de junio, pero que han tenido que extender al constatar que las condiciones de vida para muchos son las mismas: siguen sin empleo y, por tanto, aún no pueden pagar su techo. Y esta no es la única subvención, hay otros programas federales y locales destinados a proteger a los inquilinos: Washington ha transferido a los estados más de US $21.500 millones exclusivamente para asistencia en el pago de la renta. El problema es que miles de familias afectadas desconocen que pueden solicitar ayuda a sus gobiernos locales, incluso electrónicamente. Además de estos programas para el pago de la renta, existen otros dirigidos a los propietarios con hipotecas respaldadas por el gobierno -como por ejemplo a través de Fanny Mae y Freddie Mac- que prohíben el desalojo de viviendas multifamiliares hasta el 30 de septiembre. La gente también desconoce el sinfín de organizaciones que asisten a inquilinos y propietarios en riesgo de desalojo. Si quieren informarse más al respecto,  un buen lugar para comenzar es el portal de la National Low Income Housing Coalition (NLIHC). Allí encontrarán todas las organizaciones e instituciones locales que pueden ser de utilidad. Yo confío en que cuando las ayudas federales lleguen a su fin, todas estas organizaciones locales serán las mejores aliadas de las familias más afectadas y sabrán atender sus necesidades.

 

El temor de una nueva crisis inmobiliaria siempre está rondando ¿Están las condiciones dadas para que se reviente nuevamente la burbuja?

Difícilmente, porque las circunstancias actuales son muy distintas a las del 2008. Ahora los prestamistas y reguladores gubernamentales son muchísimo más exigentes al momento de evaluar ingresos, deudas y documentación de los aplicantes para aprobar los créditos. Antes de la crisis de 2008, los tipos de créditos predominantes en el mercado eran de interés variable y, al aumentar los intereses, las cuotas mensuales de las hipotecas llegaron a un punto en que, para muchos, fueron imposible de pagar. ¿Qué pasó? Perdieron sus casas. Los famosos foreclosures. Actualmente los préstamos hipotecarios más comunes son de interés fijo. Otro factor diferenciador: existe un bajo inventario y la demanda crece día a día, por lo que bien sea con construcciones nuevas o mediante la venta de viviendas existentes, no se pronostica una caída del mercado a corto o mediano plazo.   Se calcula que el déficit habitacional de Estados Unidos es de aproximadamente 5 millones de unidades.  No podemos obviar, sin embargo, que la pandemia ocasionó fallas en la cadena de suministros de materiales y eso se ha traducido en escasez y aumento de precios, que terminan incidiendo en el costo final de las nuevas construcciones. Pero no creo que llegue a ser un factor tan determinante que nos conduzca a una nueva crisis inmobiliaria.  

 

Entonces, la pregunta del millón: Comprar, vender. ¿Es el momento adecuado? 

Definitivamente es el mejor momento para ambos casos. Sobre todo, si tenían en mente hacerlo a corto plazo. Para el comprador, los bajos intereses históricos y los múltiples programas de crédito existentes representan una gran oportunidad para adquirir un inmueble, quizás incluso uno de mayor valor que antes no entraba en el presupuesto. Es el momento ideal y muchas personas le están sacando provecho al máximo, especialmente quienes compran vivienda por primera vez o necesitan una casa más grande. Desde la perspectiva del vendedor, el momento es muy oportuno: los precios están por las nubes y, por tanto, la ganancia que obtendrán probablemente exceda con creces sus expectativas. Y esto representa mayor liquidez en sus bolsillos.

 

¿Pueden compartir algunas recomendaciones para hacer la mejor inversión posible? 

El principal consejo, sin ánimo de venderme: estar representado por un agente inmobiliario con suficiente experiencia y habilidades para negociar la mejor transacción, especialmente en momentos donde las múltiples ofertas para una misma propiedad están al orden del día y presentar la oferta más atractiva marcará la diferencia. El mercado inmobiliario es complejo. Implica factores que van más allá de las condiciones del inmueble o si está al alcance del presupuesto. A mis clientes -compradores o vendedores- siempre les hablo con la verdad por delante y me esfuerzo por conocer todas sus inquietudes y aspiraciones. Mi objetivo es ayudar a que cada vez más personas puedan cumplir el sueño de poseer una vivienda donde se sientan cómodos, sin que eso implique desajustar su presupuesto o vivir una experiencia desgastante en el camino.