El camino para convertir a RD en un país Carbono neutral

El cambio climático afecta a países y poblaciones más vulnerables. Urge construir  la adaptación con bases sólidas y compromiso de todos los actores de la sociedad. República Dominicana está decidido a alcanzar la neutralidad de carbono en tres décadas, como parte de la Contribución Nacional Determinada (NDC-RD) al Acuerdo de París.

Factor de Éxito consultó con Yomaira Martinó, fundadora y Consultora Líder de la empresa ¨GreEnergy Dominicana¨, dedicada a la asesoría y creación de capacidades en temas de sostenibilidad, transición energética, medio ambiente y acción por el clima, si República Dominicana está bien encaminada a ser un país Carbono neutral. 

“Si me lo preguntas desde el punto de vista político-regulatorio, diría que sí. Porque contamos con múltiples instrumentos jurídicos que avalan la intención de convertirnos en una economía baja en carbono y que se adapte al cambio climático”, afirmó.

En este sentido, Martinó destacó algunos esfuerzos por dotar de un marco normativo la acción climática en el país: Constitución Dominicana (Art. 194); la Ley Estrategia Nacional de Desarrollo No. 1-2012, que dispone en su el 4to Eje, Objetivo General 4.3 la “Adecuada Adaptación al Cambio Climático”. Así mismo, “la Contribución Nacionalmente Determinada , NDC por sus siglas en inglés, se propone la reducción de un 27 % de las emisiones de GEI con respecto al BAU o business as usual al 2030.

 

¿Qué papel desempeñan las comunidades en el desarrollo de la economía circular en República Dominicana?

Con las comunidades  inicia la cultura de gestionar apropiadamente nuestros residuos (reducir, reutilizar y reciclar). La economía circular se centra precisamente en transformar el uso lineal que hacemos de los recursos: fabricar, adquirir, usar y desechar; por un uso circular, desde la extracción hasta el reaprovechamiento como materia prima secundaria, pueden darse innovadora soluciones desde el diseño de los envases de los productos, los datos sobre su disposición final en el etiquetado, hasta en la forma en que disponemos de los mismos post consumo.

De ellas depende que se logre separar los residuos de origen doméstico según su clasificación y, en base a esto, establecer al nivel de las ciudades y regiones un esquema eficiente de servicio público de recolección de residuos. 

En las comunidades también se forjan nuestros hijos e hijas, y en ellos la cultura de comprender que la materia prima que extraemos de la naturaleza, es finita y nos cuesta mucho más que su valor económico o de mercado, le cuesta al Planeta regenerarse (en los casos posibles) y nos resta a todos bienestar, sostenibilidad.

Es parte de la responsabilidad compartida que tenemos en el marco de la nueva Ley de Gestión Integral y CoProcesamiento de Residuos Sólidos (No. 255-20) para darle vida a la economía circular desde el punto de vista de la participación ciudadana.

 

¿Cuáles son las perspectivas de progreso hacia sistemas más circulares en el país?

Justamente desde la otra óptica, la regulatoria y empresarial, esa responsabilidad compartida que hablábamos anteriormente cobra vida para identificar los tipos de residuos, volúmenes por periodo y el potencial de revalorización o co-procesamiento que pudieran tener.  Esta perspectiva renace a partir de la promulgación de la nueva Ley de Residuos, su reglamento de aplicación y el establecimiento de un fideicomiso público-privado que, junto al Sistema Nacional de Gestión Integral de Residuos (SINGIR), impulsará la identificación de nuevos mercados para la mal llamada “basura”,  a partir de su potencial de reinserción a la cadena de valor de la industria. 

Ese diagnóstico de los residuos es obligación tanto de los gobiernos locales, con la caracterización de los residuos de su territorio, como de las empresas. A partir de esa línea base podremos comprender el nivel de circularidad que admiten ciertos residuos.

Un ejercicio similar se ha realizado por impulso del BID LAB desde la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), con la firma del Convenio para impulsar la economía circular por más de RD$115 millones (US$2.4 millones). Actualmente, se encuentran a punto de lanzar los mapas de ruta de los sectores plástico y construcción, en el que se identifican ejes, acciones e indicadores para promover economía circular en los referidos sectores. 

Asimismo, el Ministerio de Medio Ambiente se encuentra desarrollando el  Diagnóstico de la situación actual de la Economía Circular para el desarrollo de una Hoja de Ruta en República Dominicana¨, junto al Centro y Red de Tecnología del Clima (Climate Technology Centre and Network – CTCN).

Para llevar estos postulados a la práctica, se precisa de talento humano y capacidades nacionales. En este sentido, el Ministerio de Industria, Comercio y MIPyMES auspicia elPrograma de Capacitación en Producción Más Limpia y Economía Circular”,  junto a la Escuela de Organización Industrial (EOI) de España.

 

¿Es la prevención, reducción o compensación la mejor herramienta para combatir el cambio climático en el país?

Recientemente ha sido publicado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) el reporte AR6 sobre el estatus del cambio climático a nivel global. En dicho informe, una de las principales conclusiones es que:

“Desde una perspectiva de las ciencias físicas, limitar el calentamiento global inducido por el hombre a un nivel específico requiere limitar las emisiones acumuladas de CO2, alcanzando al menos cero emisiones netas de CO2, junto con fuertes reducciones en otras emisiones de gases de efecto invernadero. Las reducciones fuertes, rápidas y sostenidas de las emisiones de CH4 también limitarían el efecto de calentamiento resultante de la disminución de la contaminación por aerosoles y mejorarían la calidad del aire.”

Lo que claramente nos demuestra que, aunque nuestra economía no representa grandes emisiones comparado con los países desarrollados, es deber común acelerar la inversión en acción por el clima, no solo desde la reducción de emisiones sino también desde compromisos más ambiciosos como la carbono neutralidad o emisiones cero-netas.

La herramienta debe ser combinada, apostar a incrementar la capacidad de respuesta a efectos adversos del cambio climático de nuestra gente, infraestructuras y economía en general mientras esfuerzos de reducción y emisiones cero-netas, se dan simultáneamente. 

 

¿Cómo es el panorama actual de las finanzas sostenibles en RD?

Desde hace unos 3-4 años se perfila con fuerza en el país las finanzas sostenibles. Inicialmente a partir de una Guía de Finanzas Verdes elaborada por la Bolsa de Valores de la República Dominicana, basada en principios internacionales de reconocida implementación como los “Green Bond Principles” de ICMA. Fundamentado en estos mismos principios, en febrero de 2019 la Superintendencia de Electricidad publicó la circular que norma la emisión de títulos valores  con las etiquetas de social, verdes y/o sostenibles. Igualmente basada en los principios ICMA y haciendo especial referencia a los criterios del “Climate Bond Initiative” o CBI. 

En ese mismo periodo, una institución líder de los servicios financieros en el país, recibió acreditación de UNEP Finance por la adopción y puesta en marcha de los Principios de Banca Responsable. 

En adición, el  27%  referido en la actualización y mejora de la NDC,  especifica que un 20 % está condicionado a finanzas externas y un 7 % incondicionado a finanzas domésticas, siendo este distribuido en un 5 % correspondiente al sector privado y un 2 % al sector público. 

De ahí que sea cada vez más familiar reconocer o escuchar mejores prácticas de finanzas sostenibles en la República Dominicana, empresas apostando a la reportería bajo estándares ambientales, sociales y de gobernanza o ESG, empresas emitiendo en el mercado nacional “bonos verdes” y portafolio de servicios financieros dedicados a productos y servicios que promuevan desarrollo sostenible. 

Iniciamos un camino de importantes transformaciones estructurales, donde vale la pena asumir el riesgo de ser pioneros e invertir en sostenibilidad, apostar por instrumentos que financien o refinancien iniciativas encaminadas a cumplir y hacer cumplir los postulados que conversamos anteriormente. 

La rentabilidad propiamente dicha de cada iniciativa de finanza sostenible, vendría dada por las características propias del instrumento de financiamiento que se trate. 

Ahora bien, en términos generales, mil por mil vale transformar la cultura de producción y consumo de nuestro país para promover una economía innovadora, baja en carbono y que tome en consideración los riesgos asociados al cambio climático para hacernos un país más sostenible, más resiliente y menos contaminado.