El que no persevera no triunfa

Wendy González, es una joven que nació en Washington Heights; sus padres, inmigrantes dominicanos, regresaron al país cuando ella tenía 11 años y se instalaron en Santiago de los Caballeros. Cuando terminó el colegio, asistió a la Pontificia Universidad Madre y Maestra,  y se graduó como Doctora en Medicina. Poco meses después decidió regresar a su natal New York.

Califica que su adaptación en términos profesionales a la dinámica de la Gran Manzana un reto: “como dicen el refrán el que no persevera no triunfa y aún no sé si he alcanzado el reto final, porque todos los días se presenta algo nuevo”.

Wendy es coordinadora de investigación clínica y confiesa que no asistir a una universidad Americana ha sido un desafío para ejercer su carerra. Comenta que después de mucho intentos y años pudo lograr conseguir entrar en su área profesional. “Lo que he aprendido mucho durante todo este tiempo es, sobretodo, la paciencia. Aunque no he logrado mi sueño final he estado en paz con lo que estoy haciendo y lo he disfrutado bastante”.

Apunta que lo que más le gusta de su trabajo actual es la flexibilidad de poder viajar a diferentes estados, conocer su cultura, dialecto y la forma en que se ejerce la medicina y la investigación científica en varias perspectivas.

Refiere que su mayor sueño es poder ejercer su profesión como doctora en la comunidad donde nació o “ser una gran servidora para otras generaciones que vienen detrás de mí y aconsejarle que no importa los retos que se te enfrentan, siempre podrás hacer un buen trabajo donde te dan la oportunidad”.

Vivir la pandemia desde el área de salud, en New York,  fue una expriencia “un poco tenebrosa”. Señala que “nunca había vivido tanta hostilidad como se sentía durante ese tiempo. Tuve la dicha de poder trabajar desde la casa y en un buen apartamento, pero siempre tuve las discusión de cómo las personas que no tenían compañía, espacio y comida sobrevivieron. Tuve un par de meses triste ya que además tenía un pariente interno, sin poder verlo; me sentía sin esperanzas, pero gracias a mi familia y amistades tuvimos una oración de rezos todos los días para darnos fortaleza y fe”.

Siente a la República Dominicana como su país. “Me encanta mi país y su estilo de vida, pero acá se puede obtener ese mismo estilo de balance, siempre y cuando se persevere”.