Este arbusto, conocido científicamente como Uncaria tomentosa, se la encuentra en la selva y es muy utilizada en la medicina tradicional de los indígenas kichwas, a lo largo de varias generaciones. De esta liana se han aprovechado la corteza, hojas y raíces para diversos tratamientos medicinales, desde inflamaciones hasta trastornos gastrointestinales.

Así mismo, la corteza, hojas y raíces son empleadas como antialérgico, antiartrítico, antiasmático, antidiabético, antihemorrágico, antirreumático, antiviral, cicatrizante y energizante.

La uña de gato no solo es parte integral de la rica biodiversidad de la Amazonía ecuatoriana, sino que también ha llamado la atención de la comunidad científica internacional.

Los análisis fitoquímicos de la uña de gato revelan la presencia de metabolitos secundarios como alcaloides, glucósidos, taninos y terpenoides, proporcionando una base científica para las propiedades medicinales atribuidas por los indígenas kichwas de la provincia de Napo. Sin embargo, la planta no está exenta de desafíos.

La toxicidad de la U. guianensis, atribuida a la presencia de uncarinas de tipo C y E, presenta un aspecto crítico. Se ha señalado que estos componentes pueden tener efectos genotóxicos y contribuir a la proliferación de células cancerígenas.

A pesar de estos desafíos, la uña de gato tiene cuatro patentes registradas bajo el nombre científico U. guianensis, dos en Japón, una en Alemania y una en Estados Unidos. Este reconocimiento destaca el potencial de esta planta amazónica en la investigación y desarrollo de tratamientos farmacológicos innovadores.

Con el creciente interés en la medicina natural y la búsqueda de alternativas más sostenibles, se perfila como un activo valioso para Ecuador en los ámbitos de la salud y la conservación.

Este tesoro medicinal, arraigado en la rica diversidad de la naturaleza ecuatoriana, continúa su viaje hacia el reconocimiento global y la contribución al bienestar humano.