IV Edición: Recursos energéticos & mineros

Son tiempos para gestionar un aprendizaje emocional y entrenar la flexibilidad mental

Lo complejo está presente, lo incierto nos abraza, lo turbulento nos interpela.

Nassim Taleb en su libro El cisne negro expresa que estamos ante un nuevo mundo dominado por lo desconocido e imprevisible

Debemos reconocer que la realidad de la incertidumbre es algo que hemos creado entre todos, un resultado no planificado, que resulta de la emergencia de nuestros propios valores, acciones y omisiones

Es un contexto extraordinariamente frenético con constantes distracciones, con mucha tecnología que nos tiraniza, teniendo que responder con la inmediatez que nos exige estar multiconectados y con un corto grado de atención, que nos impide generar una pausa para la reflexión.

Muchas veces la intolerancia o la incertidumbre nos lleva a lidiar con situaciones cuyos resultados son inciertos o desconocidos, y si gestionamos mal esa incertidumbre nos genera un aumento de la ansiedad y desgaste emocional

Debemos aceptar que enfrentamos factores impredecibles constantemente y que la incertidumbre formará parte de lo cotidiano.

Hoy lo que no sabemos es mucho más importante de lo que sabemos

El mundo está dominado por lo desconocido y lo imposible, que nos exige desafiar viejas creencias, revisando perspectivas que los momentos de rupturas ha desarticulado

Es necesario detectar nuevos enfoques para una nueva propuesta de valor.

No hay resolución de crisis sin nuevas reglas. Muchas veces la idea de futuro está hipotecada por la carencia y miedos del presente. En el presente se construye y se elabora, es en ese estado que nos repensamos con nuestra carrera

En un universo tal volátil como el nuestro cobra sentido entonces, preguntarnos cómo es posible conseguir la serenidad para repensarse en la era de la incertidumbre.

Y para repensarse, comprenderse a sí mismo, es necesario comprender la circunstancia, el entorno y nuestro propio ecosistema.

La inmediatez, la accesibilidad y la rapidez son valores en alza. Todo fluye, nada permanece.

Sin crisis no hay cuestionamientos y sin cuestionamientos no hay crecimiento y reconversión posible.

Son tiempos también, para gestionar un aprendizaje emocional y entrenar la flexibilidad mental.

Hoy la apatía nos lleva a una falta de iniciativa para asumir nuevos desafíos o aprender nuevas habilidades

Reconocer qué nos sujeta, qué nos ata a lo que sabemos hacer sin repensarnos en que debemos desaprender, es la clave para alejarnos de la pérdida de motivación o propósito, de la resistencia al cambio, del aislamiento profesional, del miedo al fracaso, de la percepción de la edad como barrera o amenaza. Es corrernos de los egos y de los mandatos.

El ego nos impide aprender y desarrollar nuestros talentos, nos ciega al punto que negamos nuestras propias fallas y nos impide recuperarnos.

Si hay desaparendizaje, hay una oportunidad para reinventarse!

Quien se reinventa debe ejercer un “yo complejo”, es un yo que comprende varias dimensiones, capaz de explorar, de girar alrededor de sí, que tiene redes hacia afuera y hacia otros planos de realización profesional.

Proyectarse desde la reinvención no es pensar cómo llevar metas adelante sino como mantenerse en esa práctica. Es la construcción de un ciclo vital donde será interesante saber cómo rearmarse nuevamente, con qué ayuda y qué entendemos que debemos fortalecer para un verdadero salto profesional.

Pero en esa búsqueda de reinvención, muchas veces nos encontramos conviviendo entre dos mundos, donde caminamos al borde del caos, buscando un nuevo espacio donde el orden y el desorden también conviven. Surge lo incierto y lo poco posible, la armonía y la disonancia, la  amenaza y la oportunidad.

Y ante caos simbólico, ¿cómo evolucionamos? ¿cómo nos preservamos? ¿cómo actúa nuestro cerebro en esta travesía?

Entra a jugar un concepto ya conocido en el mundo de la neurociencia: el beneficio de la neuroplasticidad cerebral, ya que considera que la función del cerebro es moldeable a nuevas situaciones de cambio o resistencias, de incertidumbre y de complejidad.

Esta función nos genera nuevas conexiones neuronales y estimula la flexibilidad cognitiva para nuevas decisiones y miradas.

La plasticidad de las funciones cerebrales es la característica que posibilita que la mente se adapte a los cambios del entorno.

Los líderes que surfean turbulencias y logran salir adelante en escenarios complejos son el ejemplo indiscutible que la plasticidad cerebral es real. En la búsqueda de soluciones y nuevos caminos logran desarrollar nuevas funciones que les permiten optimizar sus habilidades mentales. 

El cerebro se convierte entonces en un verdadero aliado nuestro, que continúa creando conexiones, guiándose de experiencias, estímulos, conductas adquiridas.

El cerebro es como un músculo y por lo tanto puede ser entrenado.

Los avances de la neurociencia han demostrado que el cerebro es mucho más maleable de lo que se pensaba y que la conectividad entre las neuronas puede cambiar con la experiencia.

Las conexiones entre las células de nuestro cerebro se reorganizan en respuesta a necesidades cambiantes en un proceso dinámico que nos permite generar nuevos aprendizajes y adaptarnos a los distinto e imposible.

Comprender el alcance la neuroplasticidad nos ayudará en procesos que nos generan fatiga mental, estrés, sobrecarga de información que muchas veces son barreras para nuestra gestión productividad o reconversión laboral.

Nuestro cerebro siempre está en capacidad de aprender y reaprender y nos ayuda a desaprender cosas que nos limitan.

Es un camino que favorece nuestra propia reconversión, eliminando resistencias y apegos.

La neuroplasticidad nos permite entonces, un aprendizaje y desarrollo continuo, potenciando aspectos de nuestras experiencias, fomentando la innovación y la creatividad e incorporando nuevos hábitos.

¿Cómo evolucionamos?

El éxito no es generar una carrera profesional que prospere en el futuro sino entender que proyectos elegiremos que se identifiquen con ese futuro a partir del presente que construimos y que responde a una nueva identidad profesional para evolucionar en una camino no lineal.

Es tiempo de romper con nuestras limitaciones

La buena noticia es que todos y en cualquier edad tenemos la posibilidad de cambiar, porque podemos resetear nuestro cerebro.

Si abordamos nuestra reinvención profesional, debemos volver a nosotros, recordar quiénes somos y elegir quién queremos ser a partir de hoy, ante la complejidad del mercado.

Tenemos que llevar a la práctica una rebeldía consciente para cuestionar nuestras viejas creencias y valores, que a veces nos llevan a experimentar una versión distorsionada y manipulada de la realidad.

Muchas veces nos empeñamos en explorar las cosas ya sabidas, olvidándonos de lo que desconocemos. Ello nos impide reconocer las oportunidades y nos hacen demasiado vulnerables al impulso de simplificar, narrar, categorizar, olvidándonos de imaginar lo imposible.

Hoy tenemos que interpretar lo urgente y lo imposible como elementos esenciales para trazar nuestro nuevo mapa de carrera.

Debemos fortalecer nuestra plasticidad para repensar nuevos proyectos laborales con propósito, donde tendremos que volver a poner en debate nuestras expectativas y aspiraciones.

Ante un nuevo orden, debemos alcanzar un desarrollo consciente, constante, equilibrado sobre lo que queremos y necesitamos para nuestra carrera desde el aquí y el ahora.

Tendremos que generar nuevas preguntas para encontrar otras respuestas válidas para un mundo disruptivo, no lineal con otra configuración de la realidad.

Fuente

Gustavo dos Santos