IV Edición: Recursos energéticos & mineros

En el emprendimiento, la oportunidad es mucho más importante que la idea

Para el experto en finanzas los emprendimientos que no vienen a dar una solución diferente a un problema de la sociedad están destinados a fracasar.

Para el IESA, escuela de gerencia, fundada en 1965, que abarca la región de Centroamérica y el Caribe,  la misión es formar personas capaces de asumir posiciones de liderazgo, como profesionales, gerentes o empresarios. En este sentido la formación para el emprendimiento es uno de los focos de esta institución.

Aprovechando su presencia en República Dominicana, entrevistamos a Federico Fernández Dupouy, experto en finanzas, quien se ha desempeñado por más de 30 años como profesor de finanzas empresariales, nuevas empresas, finanzas corporativas y gestión financiera, y, actualmente, es director ejecutivo del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA.

Tomando como base su expertise, quisimos conocer sobre el emprendimiento, base del tejido empresarial de la región.

 

Cientos de ideas geniales sobre nuevos negocios salen todos los días, muy pocas llegan a concretarse y menos aún son las que llegan a ser exitosas, ¿de qué depende el éxito de una idea en el mundo de hoy?

El éxito de un emprendimiento depende básicamente de tres cosas. Uno de los vértices del triángulo es el equipo y la gente, ese es el corazón de todo, especialmente cuando estás arrancando porque en ese momento no sabes si tu idea va a funcionar y depende de tu capacidad de ejecutar, de darte cuenta y de moverte a tiempo.

El otro elemento es que las personas creen que cualquier idea es negocio y resulta que una idea tiene que ser transformada en una oportunidad, ¿qué significa esto? que tiene que haber clientes dispuestos a pagarte. Entonces, la oportunidad es mucho más importante que la idea.

El tercer vértice tiene que ver con recursos o sea conseguir la parte financiera y la parte operativa y técnica necesaria.

Cuando ves esos tres elementos empiezas a entender por qué la gente falla. Todo en un emprendimiento es planificación, iterar, ir probando, validar antes de arrancar, pero de nada vale tratar de hacer algo si la idea no viene a solucionar un problema; la primera pregunta que todo emprendedor debe hacerse es si hay algún problema.  Tiene que haber una necesidad, tiene que haber algo que yo voy a solucionar de una manera distinta, mejor de lo que han hecho antes o algo nuevo y, por lo tanto, va a haber un público para mi emprendimiento.

Después de estar convencido de que hay una necesidad, tienes que estar convencido de que lo puedes hacer diferente y tienes que responder: ¿qué hago yo que no sea igual a otros? Cada vez más, esto es un mercado global y competido, especialmente si es en el ámbito tecnológico.

En resumen, el orden es: primero, entender la oportunidad del emprendimiento; después, conseguir ventas, conseguir clientes con mínimos recursos; luego, pensar cómo te organizas; y, finalmente, las finanzas. Ese es el último escalón de toda la aventura emprendedora. Solo al final de la película podrías decir que fallaste porque no tenías dinero. Aunque es siempre  la primera explicación de fallo en la mayoría de los emprendedores, resulta que no es la verdad. La primera explicación es porque no hubo un clic con el mercado, o que  realmente no venías a resolver un problema, o  porque no eres realmente diferente, etcétera, etcétera.

Aunque hay mucha gente emprendiendo en América Latina, hasta 30 % en algunos países de acuerdo con el GEM Global Entrepreneurship Monitor, cuando te adentras a estudiarlos, la mayoría de ellos está haciendo las cosas por necesidad, porque no tienen otra alternativa;  solo una fracción está emprendiendo porque quiere cambiar el mundo, porque quiere tener una startup o porque quiere hacer cosas distintas.

 

Según el Instituto del Fracaso, un organismo independiente con sede en México que se dedica a analizar el ecosistema emprendedor de un país y a estudiar el motivo por el que fracasan este tipo de iniciativas, el 75% de las startups cierran sus puertas al cabo de dos años, ¿Emprender en nuestra región es más difícil? ¿Son las condiciones latinoamericanas más desafiantes? ¿Por qué?

Yo respondería de dos formas. En los países desarrollados hay mucho menos personas que emprenden, si ves los indicadores de emprendimiento en Alemania o en Japón solo el 4, 5 o 6% de gente está activamente haciendo un emprendimiento, mientras que en América Latina y en los países menos desarrollados es de un 30 %.

La diferencia es que allá se emprende con oportunidad, con innovación, con potencial;  mientras que aquí, mucha gente emprende, pero lo hace sin ningún valor agregado. En los países desarrollados tu reto es superar la competencia, diferenciarte y lograrlo.  En Latinoamérica tu reto a superar es el “despelote”.

Entonces, dependiendo de con qué mundo te sientas mejor, será más fácil o más difícil para ti emprender. Podrías decir que es más complicado emprender con la incertidumbre, por la volatilidad externa de este lado del mundo;  pero, por otro lado, también es cierto que los márgenes ganancia de los negocios en América Latina no se ven en los países desarrollados.

 

Es hoy un buen momento para emprender cuando vemos una creciente inflación y las proyecciones pronostican la desaceleración de la economía?

Absolutamente sí, especialmente en los emprendimientos tecnológicos que no tienen fronteras, por lo tanto tu universo es el mundo entero.

Emprender lo que implica es darte cuenta de que hay algún problema y que tú puedes ofrecer la solución y eso es así con guerra en Ucrania o sin guerra, con Covid 19 o sin Covid. Entonces, emprender con este sentido es lo que enseñamos en el IESA. No te metas en lo que ya crees que está resuelto, trata de meterte en un mundo que necesita soluciones y, además, que tu propuesta sea diferente.

Nunca hay un momento correcto para emprender. En momentos tan críticos de la humanidad como la Guerra en Ucrania, incluso durante la Segunda Guerra Mundial, hubo gente que vio oportunidades de negocio, se metió y tuvo éxito, la clave está en la visión que hemos venido hablando: querer generar impacto.

 

¿Son los negocios basados en tecnología e impacto social el futuro? ¿Hacia allá hay que apostar?

Yo no, necesariamente, le pondría apellido, yo simplemente diría que tengan impacto. El impacto social se enmarca en lo que se llama social entrepreneurship.  El mundo del emprendimiento tiene tres grandes cuadrantes:  emprendimiento individual, el típico y clásico; el emprendimiento corporativo, que es emprender desde dentro de las organizaciones, innovando, buscando cómo solucionar problemas y eso se llama corporate entrepreneurship; y el tercer espacio es lo que se llama el social entrepreneurship, donde el final no es “for profit” sino “for purprose”, con proposito; pero igual, tiene que haber un problema que tú vas a solucionar de una manera diferente, tiene que haber quien sea capaz de ejecutarlo y tiene que ser financieramente sostenible,  porque el problema del social entrepreneurship clásico es que depende de donaciones y eso, generalmente, no crece.

Para mí, impacto es hacer cosas que le cambien la vida a la gente.  Por ejemplo, los bancos digitales solucionan un gran problema para muchas personas que no estaban bancarizadas y, por supuesto, eso es tener impacto, le cambia la vida a ese público desatendido, con un negocio financieramente impecable y con alcance global.

Para finalizar, entonces, es importantísimo generar impacto y el programa de Emprendetec del IESA tiene ese apellido: emprendimiento con impacto.